¡Chile busca implementar la cultura de la muerte!
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¡El senado de Chile busca abrir las puertas a la cultura de la muerte!
¿Qué pasaría si un día alguien le dijera a tu padre enfermo, a tu madre anciana, o a tu hijo con una enfermedad incurable… que su vida ya no tiene sentido?
Eso es exactamente lo que hoy se discute en el Senado de Chile.
Un proyecto de ley que pretende llamar “muerte asistida” a lo que, en realidad, es eutanasia.
Y lo más duro es que con esta ley nuestros enfermos más frágiles pasarán de ser personas dignas de cuidado, a vidas que pueden ser eliminadas “legalmente”.
Sabemos que la enfermedad duele, que el sufrimiento pesa…
Pero también sabemos que el amor y la compasión no consisten en acelerar la muerte, sino en acompañar hasta el final con dignidad.
La eutanasia no da respuestas.
La eutanasia abandona.
La eutanasia dice a nuestros enfermos: “Eres una carga, mejor desaparece”.
Y nosotros, como sociedad, debemos responder lo contrario:
“Tu vida vale, siempre. Estamos contigo, hasta el final”.
Cada firma es una esperanza.
Cada nombre en esta petición es un recordatorio de que Chile defiende la vida, no la muerte.
Piensa en las miles de familias que cada día acompañan a sus enfermos con cariño, en médicos y enfermeras que entregan lo mejor de sí para aliviar, en voluntarios que hacen compañía a quienes están solos…
¿Queremos realmente cambiar todo eso por una ley que convierta la inyección letal en un “derecho”?
Por eso hemos lanzado esta petición, pidiendo al Senado de Chile que rechace el proyecto de eutanasia y defienda siempre la vida.
Señores Senadores de la República de Chile:
Me dirijo a ustedes como ciudadano profundamente preocupado por el debate en curso sobre la eutanasia.
La vida humana es un valor fundamental que merece protección hasta su fin natural. Autorizar la llamada “muerte asistida” no es un acto de compasión, sino de abandono hacia quienes más necesitan cuidado, acompañamiento y apoyo.
Les pido encarecidamente que rechacen este proyecto de ley y trabajen en cambio por políticas públicas que fortalezcan los cuidados paliativos, la atención médica y el acompañamiento humano y espiritual.
Cada persona, incluso en la enfermedad y la fragilidad, conserva su dignidad. Ninguna ley debería legitimar lo contrario.
Con respeto,